Ayer soñé y tuve un increíble sueño, no existía el tiempo ni el espacio, tan sólo un fondo lleno de cuerpos celestes que me acogían en el infinito del espacio. Miré, contemplando el bello espectáculo, cada detalle de aquel sueño que vivía. Era preciosa la inmensidad de aquel lugar, aquellos colores y aquellas estrellas que relucían y relucían... iluminaban cada rasgo de mi alma. Me encontraba en uno de tantos universos... pero me sentía sola. Aunque fuese una maravilla para los ojos poder observar aquel regalado sueño, empecé a sentirme vacía. De repente, una melodía comenzó a sonar en la inmensidad del cosmos, juraría que era la sinfonía más bonita que había escuchado jamás. Era delicada, dulce, elegante y emotiva... Las notas del piano me calmaron y me hicieron sentirme viva... Esta canción la había escuchado antes. Volé, volé sin más, en la inmensidad del gran océano de universos y dimensiones intentando encontrar al intérprete que había creado en mi tan bella emoción. Salieron de mi lágrimas de emoción cada vez que la música cobraba más volumen e intensidad, me estaba acercando a aquella música y me sentía llena de sentimientos que poder contar. Volé con más velocidad, mi corazón se guiaba por las notas del delicado compás... y allí le encontré.
Un joven tocaba el piano muy delicadamente, cuidando cada una de las notas del pentagrama mientras su maestro le repetía una y otra vez su gran brillantez, era un prodigio de músico. El piano comenzó a elevarse, junto con él, y una fina capa de nubes les sostuvo mientras no paraba de dar vueltas. El volumen del sexteto aumentó considerablemente y su eco resonó en la inmensidad, hasta que la escena se desvaneció, para convertirse mágicamente en un cometa de aquella noche estrellada. Lloré por la gran pérdida, quería que siguiera tocando para que aquel sueño jamás acabase. Me dispuse a navegar por aquellos miles de rincones que me esperaban, con el único fin de volver a encontrarle. Tarareaba aquella bella canción que inundó mi ser la primera vez que fui capaz de escuchar, con un tono melancólico. Mis esperanzas estaban pérdidas al percatarme de que aquellos momentos especiales, los que te hacen sentirte realmente vivo, son únicos y momentáneos... Nunca más volvería a encontrarle.
Querida vida,
Hoy he vuelto a soñar aquel sueño que me inunda cada noche, que me hace vivir, que me hace sentir. Aquella melodía y aquel joven pianista son la razón de que cada día mis pensamientos sólo fluyan para encontrarles. Hace tiempo que dejé de vivir en la realidad con el único propósito de comprender cada juego nocturno en el que participa mi mente. Investigo e intento dar con la clave de mis ensoñaciones, tal vez sean estúpidos trucos de mi imaginación o, tal vez sea una señal o un mensaje al que intento llegar. Escribo con el único propósito de poder calmar mi mente. Lo único que sé con certeza, es que no es la primera vez que escucho aquella melodía ni tampoco la primera que veo el rostro que aquel joven pianista. Y, lo único que he podido encontrar como respuesta, tras años y años de terrible investigación, tras viajes hacia rincones insospechados del planeta es que...
Hay alguien que está intentando comunicarse conmigo.
Mary Elizabeth Ryan
14 de Febrero de 1997